Colabora Frida Ediciones. Reseñas disponibles en La Avenida de los libros.
¿Sientes frío aún con sábanas? ¿Ya no eres capaz de reavivar ese recuerdo de la persona a la que amabas? ¿No eres capaz de decir que ya no, que se ha de pasar página? ¿Recuerdas ese primer beso que te diste y del que ya no queda nada? Entonces, párate a pensar: ¿hay alguien más como yo? Quizá encuentras el sí, o, por el contrario, no es así.
En La triste historia de tu cuerpo sobre el mío, de Marwan, se habla de eso: del amor. Del perder todo lo que se tenía. Del pasado nosotros, de los continentes, de la familia, del sexo y de las mujeres. Es pura poesía, versos que escuecen, que maravillan, que emocionan. Y es que, este cantautor nacido en Madrid en 1979, fue una persona a la que le costó expresarse y que, hoy en día, lo hace con poemas, con verso y con sentimientos.
Cada poema es un pedazo suyo, una historia a contar diferente, un recuerdo expresado y, seguidamente, quemado. Uno de los poemas a compartir es Continentes, que dice:
América del Norte,
combate a tumba abierta,
genialidad y salsa barbacoa,
sus inolvidables solos de trompeta,
y sus avenidas de colesterol,
una película de Woody Allen
y el tinte color dólar de Britney Spears,
las poesías armadas de Dylan
tachando las patrullas fronterizas:
empate técnico, combate en tablas.
Dividido en cuatro actos, como las fases de la luna, lo cual describe su hermano en el prólogo, nos encontramos con Agua y aceite, Tenía nombre, Parque temática y La caducidad del paraíso. En cada uno se nos habla de cosas diferentes, de sentimientos, de fotografías y de dolor.

¿Y si en lugar de querer tanto
probamos a querernos bien?
Diego Ojeda es un cantautor canario que deja mostrar sus sentimientos, sus secretos y sus deseos en su primer poemario: A pesar de los aviones. Publicado por Frida Ediciones —antes Alsari Libros—, llega, sin lugar a dudas, una de las voces poéticas más reveladoras que no defraudará a nadie y que no hará más que encandilar a todo aquel que lo lea.
Este libro, que tiene prólogo de Marwan (La triste historia de tu cuerpo sobre el mío) y epílogo de Fernando González, cuenta ya con la vertiginosa cifra de más de 8.000 libros vendidos. Cuenta con poemas como Escuela de idiomas, Paracaídas, Entre nosotros, Primeros auxilios o Todos los jueves, los cuales son amenos y llegan, de una manera u otra, al receptor, haciéndolo partícipe de todo lo que se muestra y recreando en la cabeza qué es lo que podría haber sucedido.
Amor, tengo miedo a las alturas,
pero no quiero paracaídas.
Diego, que también ha publicado con editoriales como Espasa, se desnuda con los versos y nos lleva, de un viaje a otro, contándonos mini historias rápidas de leer y que no resultan nada decepcionantes, sino interesantes y que consiguen ese efecto de querer leer más una vez que se ha llegado a la última palabra.
Aviones, sexo y pasión, Madrid, relaciones de amor… sin lugar a dudas, os recomiendo A pesar de los aviones porque, de una manera u otra, cala hondo y no será la única lectura poética que haréis. ¡Coged este avión, no vaya a ser que os perdáis también Mi chica revolucionaria!
Tras el éxito de este poeta con su antiguo poemario, A pesar de los aviones, llega una nueva historia donde recoge sus recuerdos, sus secretos y sus versos más íntimos. Nos habla de una forma mucho más madura, más desconocida de lo que habíamos leído ya en su anterior obra.
En Mi chica revolucionaria, dividido en varias partes: Mi chica revolucionaria, Terrazas de verano, Yo tuve un antes y El niño fue creciendo, conocemos a un Diego diferente, con las ideas claras, y algo más salvaje que el anterior. Sigue manteniendo la magia, sí, pero he de destacar que esta segunda obra, aunque es ágil y eso, se me ha hecho algo repetitiva y que se centraba demasiado en el deseo sexual, además de contar con algunos poemas que no encontraba sentido.
Mi chica revolucionaria
tiene casi treinta y cinco,
habla dos idiomas,
es diplomada,
licenciada,
experta
y odia el pescado crudo.
Es la más pequeña de cuatro,
tiene dos gatas,
un Astra,
tres sobrinos,
sale a correr en ayunas
y baila tres días por semana.